¿A qué sabe tu vida?
Si te detienes a pensarlo, esto es algo sobre lo que en raras ocasiones —por no decir nunca— nos paramos a reflexionar. El galope al que nos obliga a marchar el mundo actual, nos deja poco o ningún espacio para algo tan importante como es hacernos preguntas.
El caso es que todos sabemos formular preguntas, eso está claro. Al fin y al cabo, vivimos hundidos hasta el cuello (casi al borde del ahogamiento) en un mar de interrogantes.
Pero no siempre logramos rescatar de ese océano las preguntas esenciales. Esas que son capaces de reiniciarnos y de encender nuestra conciencia, o de descorrer las cortinas de nuestro entendimiento para que la certeza se abra paso entre nuestras dudas.
Esas preguntas que, en un salto cuántico, despejan el camino que conduce desde lo que nos dicta nuestro intelecto hacia nuestro auténtico SER.
Preguntas que miran de frente y sin rodeos; que viajan directas al corazón.
Preguntas como: ¿Estoy haciendo lo que yo deseo, o lo que los demás quieren para mí? O como: ¿Estoy siendo yo, o estoy esforzándome por complacer a las otras personas para ganarme su aprobación?
Por mi profesión, tengo la suerte de poder formular preguntas como estas a decenas de personas.
El efecto movilizador que desatan, como un seísmo emocional, transforma el relieve de sus caras en una expresión ─mezcla de sorpresa, claridad y alivio─ que grita: «¡¿Cómo no lo había visto así antes?!».
Sí. He conocido a muchas personas cuyas vidas cambiaron de dirección gracias a alguna de las preguntas que te planteo en el vídeo que viene a continuación.
¿Quién sabe? Puede que seas tú el próximo que cambie el rumbo de la suya.
Ahora ya puedes contestarme: ¿a qué sabe tu vida?
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